Una vida perfecta

Ahora mismo estoy sentada en el jardín de mi casa junto a mis dos hijas. Mientras yo estoy escribiendo este email, ellas están leyendo sus novelas favoritas. Solamente nos acompañan algunos pájaros cantando sus melodías y el tolón tolón de los cencerros de unas yeguas marrones que tenemos al lado.  

Parece una situación idílica, ¿verdad?

Una madre perfecta, con sus hijas perfectas y su casa perfecta.

Pero qué pasa si te digo que, hoy me he despertado con un dolor terrible en la rodilla izquierda, mi suegra murió hace poco con demencia y mi abuela muestra los primeros síntomas de la misma enfermedad, apenas hablo con mi hermano y … 

Tu percepción cambia, ¿verdad?

Muchas veces al ver una parte de la vida de los demás creemos que esta es su realidad, pero está muchas veces solo suele ser su foto bonita. No la realidad. (Instagram es el ejemplo perfecto de lo que te estoy hablando, pero hoy no vamos a entrar en eso). 

Parece un acto inofensivo, pero mirar la vida así nos hace sentir más feos, más incultos y más desdichados.

Comparar es un acto humano universal que todos realizamos, pero debemos aprender a compararnos bien. 

Al mirar así, la vida de los demás siempre parece mejor que la tuya,

Los adolescentes del vecino son más educados, sacan mejores notas, tienen más amigos o su jardín es más verde. Da igual, siempre hay algo mejor en la vida del otro. 

Pero debemos acostumbrarnos a mirar la vida de los demás en plenitud. Lo bueno y lo no tan bueno. Para así compararnos con perspectiva y objetividad, porque compararnos vamos a seguir comparándonos.

Pero ya que lo vamos a hacer, hagámoslo bien.